miércoles, 19 de marzo de 2014

Maestroooo, ¡¿te van a despedir?!

El lunes pasado en la clase de cuarto un niño hizo referencia a esta cuestión "¿Por qué tengo que estudiar música en la escuela si yo no voy a ser músico?" A lo cual le respondí con otra pregunta "¿quieres ser matemático, escritor, veterinario, ingeniero, periodista, ...? 
Su respuesta fue: NOOO Yo quiero ser ser futbolista.
La clase se sumó al debate y me preguntaron si el curso que viene habría música, que sus padres les habían dicho que la iban a quitar...  "Maestrooo... ¡¿te van a despedir?!

¿Por qué estudiar música en la escuela?
AUTOR: Paul R. Lehman
Profesor Emérito, Universidad de Michigan, Ann Arbor
Ex Presidente de MENC: Asociación Nacional para la Educación Musical
Miembro Honorario Vitalicio de la Sociedad Internacional de Educación Musica

¿Por qué la música es importante? ¿Por qué todos los niños deben estudiar música en la escuela? Prácticamente todos los que han aportando una significativa contribución al pensamiento educativo desde Platón, han coincidido en que la música debe ser parte integral de la educación básica de cada niño. Pero entonces, ¿por qué todavía tratamos de contestar estas preguntas? Porque algunas personas ven a la música no como una materia para ser estudiada con seriedad, sino meramente como una forma de entretenimiento. Otros creen que la música puede ser aprendida bastante bien fuera del ámbito escolar. Otros, inclusive, si bien pueden reconocer el valor que hay en la música, simplemente no la consideran de máxima prioridad.
Los educadores generalmente concuerdan en que hay cinco campos básicos de estudio: matemáticas, lenguaje y literatura, ciencias físicas, estudios sociales y las artes. Nadie que no tenga un conocimiento razonable de estos cinco campos, puede afirmar que posee educación. Cada persona debería tener la habilidad para ejecutar, para crear y escuchar música con discernimiento. Para alcanzar esa meta, cada estudiante debe tener acceso en la escuela a un programa destinado al estudio de la música amplio, equilibrado y secuenciado.
Recientes investigaciones han sugerido que la enseñanza de la música puede ejercer en los pequeños un efecto positivo sobre el funcionamiento del cerebro, y que puede ofrecer otros beneficios educacionales y evolutivos de un alcance mucho mayor aún. Estos resultados merecen nuestra atención, pero la razón básica más importante para encarar el estudio de la música es que la música, intrínsecamente, es digna de atención. Vale por sí misma. Es importante.
No obstante, no todo lo que es valioso e importante puede ser incluido en el currículo escolar. ¿Por qué, entonces, incluir la música? Por muchas razones. He aquí solo algunas:
1. Uno de los propósitos educativos más importantes y generalmente aceptado ha sido siempre el de poder transmitir la herencia cultural de un grupo a las subsiguientes generaciones. Y es justamente la música una de las más poderosas, de las más precisas, y de las más gloriosas manifestaciones de cada patrimonio cultural.
El rol fundamental y penetrante que la música juega en el negocio del entretenimiento, a veces enceguece a las personas y no les permite ver ese otro rol tanto más fundamental y penetrante que juega la música en toda la cultura humana. Como consecuencia de la posición central que la música ocupa entre las conductas esenciales del ser humano, cualquier alumno al que se le permite dejar la escuela sin haber estudiado música, habrá sido engañado tal como si se le hubiera permitido dejar la escuela sin haber estudiado matemáticas o ciencia.
2. Otro propósito de la educación, es ayudar a los estudiantes a alcanzar su potencial. El potencial musical es una de las habilidades básicas presente en cada persona. La mejor manera de desarrollarlo es permitiendo que el estudio comience a una edad temprana y continúe durante la adolescencia. Cada individuo cuyo potencial musical no ha sido desarrollado, lo cual sucede con demasiada frecuencia, se ve privado de una de las experiencias más satisfactorias que la vida tiene para ofrecer. Las escuelas deben ofrecer a los estudiantes oportunidades para que pongan a prueba los límites de sus potencialidades en la mayor cantidad posible de ámbitos del esfuerzo humano. Cuantas más oportunidades tengan a su disposición, mayores probabilidades habrá de que la vida de los estudiantes sea lo más completa y rica posible.
3. Todos los días estamos rodeados de música. Si revolcarnos indiscriminadamente en la superficialidad y banalidad de la cultura popular nos da satisfacción, no habría, entonces, necesidad de estudiar música. Pero justo por debajo de la capa superficial de la música trivial, a la cual estamos involuntariamente expuestos día a día, existe un reino maravilloso e increíblemente variado de música profunda y cautivante; pero una vez desmanteladas las barreras del desconocimiento y de los prejuicios, la exquisita belleza y el placer son de fácil acceso para todos. El estudio formal de la música puede abrir la cerradura de esta puerta. Puede acrecentar la satisfacción que los estudiantes obtienen de la música, permitiéndoles comprender y disfrutar de la música más sofisticada y compleja. Cualquiera puede “disfrutar” la música a un nivel rudimentario, pero el estudio secuencial puede afinar la percepción de los estudiantes, elevar su nivel de apreciación, y expandir sus horizontes musicales.
4. Una de las cosas que implícitamente se enseña en las escuelas, es que para cada pregunta hay una respuesta correcta. Pero fuera de la escuela, raramente existan respuestas bien definidas para los problemas más importantes con los que la sociedad debe enfrentarse. Estos problemas no se prestan al formulismo de soluciones graduales como aquellas que nos enseñan a aplicar en la escuela. La música se diferencia de las otras disciplinas básicas en cuanto a que no refleja una preocupación por respuestas correctas. Puede tolerar y acomodar las ambigüedades con las que la vida está llena. Nos enseña a manejarnos con la subjetividad. En este sentido, la música, más que otras disciplinas, es la que más se parece a la vida misma. La música aporta un balance al currículo que puede ayudar a compensar lo que, de otra manera, en el mundo real, podría ser una visión distorsionada de resolución de problemas.
5. Cada estudiante debe tener una oportunidad para destacarse en algo. La música en la escuela puede prevenir deserciones al ofrecer oportunidades para que, algunos estudiantes con dificultades en otras disciplinas del currículo puedan ser exitosos. Para algunos estudiantes, la música puede hacer que la escuela les resulte más tolerable. La mayoría de los maestros de música han conocido alumnos que permanecieron en la escuela únicamente por la alegría y satisfacción que recibieron participando en la actividad musical. Sólo en la clase de música se apreciaron sus talentos, se respetaron sus contribuciones, y se valoraron sus logros.
6. Pero lo más importante de todo es que la música exalta el espíritu humano e intensifica la calidad de vida. Muchas veces, en discusiones relacionadas con el valor del estudio de la música, se ha enfatizado muy poco, o se ha descuidado totalmente la vasta y singular habilidad que posee la música para mejorar la calidad de vida. La música transforma la experiencia humana. Trae alegría y placer a hombres, mujeres y niños en cada sociedad y en cada cultura. Nos trae consuelo en nuestras actividades cotidianas, y es un atributo indispensable, tanto para nuestra felicidad como para nuestras ocasiones más solemnes. Representa uno de los instintos más básicos de los seres humanos. Es por ello que la música ha jugado un rol tan importante en toda civilización conocida; y es por ello mismo que lo seguirá haciendo allá lejos en el futuro en tanto y cuanto cualquiera pueda percibirlo. La única pregunta es, si queremos limitar el acceso al conocimiento y a las destrezas musicales a una reducida elite, o si queremos que estas estén disponibles para que todos puedan apreciarlas y disfrutarlas. Espero que la respuesta sea más que obvia.
Estoy cansado de las excusas que ofrecen los administradores de las escuelas cuando tratan de explicar por qué sus escuelas no pueden ofrecer buenos programas de música. Pero la excusa que más me cansa es la del reclamo de que no hay suficiente tiempo para la música durante el día escolar. Esto es un disparate. La falta de tiempo es un problema totalmente infundado. Es un tema infundado. La falta de tiempo está enmascarando, en realidad, la falta de voluntad. Existen excelentes escuelas a nuestro alrededor que no tienen problema alguno en encontrar tiempo para la música y pueden servir de modelo. Si en la escuela A el tiempo no es un problema, ¿por qué habría de serlo en la escuela B? De todos los recursos necesarios para manejar una escuela, el tiempo es el único recurso distribuido con absoluta equidad en cada escuela de cada lugar.
Otro reclamo frecuente es que el horario no permite incluir la enseñanza de la música, lo cual también es absurdo. En definitiva, ¿quién dirige nuestras escuelas? ¿El horario o los educadores? ¿Cuál es nuestra mayor prioridad, el horario o los estudiantes? ¿Debemos comenzar con un horario arbitrario, y luego tratar de acomodar las experiencias educativas siempre y cuando podamos? ¿O deberíamos comenzar por identificar qué es lo que queremos que los niños aprendan y sean capaces de hacer, para recién entonces pensar en cómo lograrlo? Repito, por todos lados hay buenas escuelas que no tienen problema en incluir música en sus horarios. Sólo nos basta con mirar a nuestro alrededor.
Cuando se pidió a adultos y a estudiantes que citaran sus experiencias escolares más memorables, un número extraordinario de ellos citaron sus experiencias musicales. Describieron, de manera inconfundible, el escalofrío electrizante que corre por la columna vertebral durante una ejecución exquisitamente emocional; la extraordinaria camaradería que se genera con otros estudiantes en una ensamble; la amistad y el consejo de un maestro de música en particular; la acariciada oportunidad de ejecutar un solo, o el magnífico sentimiento de logro que uno experimenta luego de superar intimidantes desafíos, para poder alcanzar un meta musical fervientemente buscada. La educación consiste en todo aquello que nos queda, tras olvidarnos de las cosas que aprendimos en la escuela. A menudo, son las experiencias musicales atesoradas las que configuran los eventos más inolvidables de nuestros años escolares, y al mismo tiempo, sientan las bases para un permanente fluir de experiencias placenteras a lo largo de la vida. La música marca una diferencia en la vida de las personas.
Quizá, hoy en día en las escuelas, la mayor amenaza para los programas de música proviene de los directivos y de quienes toman las decisiones, ya que, es posible que estas personas, cuando fueron a la escuela, no hayan experimentado programas de música desafiantes y gratificadores. No se dan cuenta de lo que un buen programa de música puede hacer por el niño, por la escuela y por la comunidad. Sin embargo, sería terriblemente perjudicial, tanto para la sociedad como para los individuos involucrados, privar a otra generación de lideres de la educación y de la política de la enorme satisfacción y alegría proveniente de participar en un programa de música de primera calidad.
Los maestros de música nunca intentaron involucrarse para promover una causa, y sin embargo tienen que hacerlo. Nuestros aliados más poderosos son los padres de nuestros alumnos quienes están bien posicionados para ejercer una presión efectiva sobre los dirigentes que ellos mismos votaron. Por otra parte, debemos movilizar, a todo nivel, a nuestros aliados naturales, para que apoyen un sólido programa de música en la escuela. Estos aliados naturales incluye a educadores, artistas aficionados y profesionales, profesores universitarios, políticos simpatizantes y graduados de nuestros programas, como así también a cada grupo y a cada individuo que se considere a sí mismo un defensor de las artes.
En estos últimos años, y en muchos lugares, se ha deformado peligrosamente el énfasis tradicionalmente puesto en los valores humanísticos de la educación, ya que dicho énfasis se ha ido desplazando hacia objetivos a más corto plazo y estrechamente mecánicos. Muy frecuentemente, las escuelas han descuidado importantes metas a largo plazo, buscando alcanzar las metas en boga y a corto plazo. El propósito central de la educación no es, por ejemplo, ayudar al estudiante a conseguir un trabajo. Una persona con una amplia educación va a encontrar un trabajo, pero un enfoque limitado sobre la capacitación laboral ignora las reales necesidades que los empleadores más desean: la habilidad para pensar con claridad y la habilidad para comunicarse eficientemente. Los empleadores quieren trabajadores familiarizados con los cinco campos básicos de estudio, ya que ellos mismos prefieren aportar el entrenamiento específico de su trabajo. Y las destrezas personales que más evalúan los empleadores – creatividad, flexibilidad, disciplina, y la habilidad para trabajar en colaboración con otros – son todas destrezas que se enfatizan en la música.
Tampoco es propósito de la educación preparar a los estudiantes para la elaboración y el marketing de los productos del consumidor. La gente joven no debe ser tratada meramente como peones en el gigantesco tablero de ajedrez de la competencia económica internacional. Y por cierto que tampoco es el propósito de la educación preparar estudiantes para aprobar exámenes estandarizados. El mayor y verdadero propósito de la educación es la búsqueda de la verdad y de la belleza, del desarrollo de las capacidades humanas, y del mejoramiento de la calidad de vida. Nada mejor que la música para contribuir con este propósito. Es una falta de previsión y un engaño enfatizar que a los estudiantes se los prepara para hacerlos merecedores de una vida mejor a expensas de prepararlos para que vivan una vida mejor.
La posteridad no juzga a una nación por la fuerza de su ejército, ni por el superávit o déficit de sus negocios, ni por los resultados que sus estudiantes obtienen en los tests estandarizados, sino principalmente por su contribución a las artes y a las humanidades. Esto ha sido así a lo largo de la historia, y se ha vuelto tanto más real, a medida que expandimos nuestro potencial para hacer que nuestro hermoso planeta se torne cada vez más inhabitable a causa de la polución y la guerra. Cuando el tiempo barre con todo, lo único que queda de una civilización, son las obras artísticas y humanísticas.
Música es vitamina M. La música es la pepita de chocolate en la galletita de la vida. Hay magia alrededor de la música. Nos permite expresar nuestros más nobles pensamientos y sentimientos. Compromete a nuestra imaginación. Nos proporciona oportunidades inigualables para afirmar nuestra unicidad. Estas son funciones particularmente importantes en un mundo cada vez más dominado por la tecnología electrónica. La música no es simplemente un ornamento de la vida; es la manifestación básica del ser humano. Si insistimos para que cada estudiante tenga acceso en la escuela a un programa de música comprensivo, balanceado y secuenciado, es porque, simplemente, aspiramos a proporcionar a los alumnos de todas las escuelas las oportunidades que al presente reciben los alumnos en las mejores escuelas. No es nada menos que esto es lo que necesita una sociedad democrática para consolidarse.

 

1 comentario:

Remei Gómez Gracia dijo...

¡Muchas gracias por compartir! Me ha encantado el artículo... Ojalá las altas esferas miraran de vez en cuando hacia abajo y se dejaran iluminar por la realidad en vez de legislar sin valorar la riqueza de las enseñanzas artísticas...
Un abrazo muy grande.